Mons. Retana invita al nuevo diácono a que tenga «una vinculación especial con la caridad como entrega a los demás»

«Estamos contentos y estamos de enhorabuena». Esas palabras llevan la firma de Mons. José Luis Retana, que como Obispo de la Diócesis de Ciudad Rodrigo ha ordenado a D. Daniel Mielgo Barreña como diácono permanente.

La celebración ha tenido lugar esta tarde de domingo en la Catedral de Santa María y ha contado con la presencia de un nutrido número de sacerdotes y de fieles. Además, también han querido estar presentes otros tres diáconos permanentes llegados desde otras diócesis y  Mons. Jesús García Burillo, Obispo Emérito de Ávila y durante tres años Administrador Apostólico de la Diócesis de Ciudad Rodrigo y con el que comenzó este camino que ha recorrido D. Daniel hasta su ordenación.

Mons. Retana ha recordado al nuevo diácono que está llamado «a vivir personalmente la Palabra de Dios de una manera intensa y fecunda» y que desde este momento, se convierte «en el portavoz de una Palabra que es más grande que tú y que te sobrepasa: nos la debes proclamar con exquisita fidelidad y con toda su belleza».

Además, le ha invitado a que tenga «una vinculación especial con la caridad como entrega a los demás, particularmente a los pobres de cualquier tipo de pobreza». En este sentido, don José Luis ha concretado que «además de los pobres de toda la vida, están otros pobres más difíciles de catalogar, pero que son igualmente menesterosos del bien y la dignidad, de la gracia y de la felicidad».

Además, le ha pedido «que nada ni nadie ocupe en tu corazón el lugar que solo le corresponde al Señor, procura ser limpio de corazón».

Por último, a todos los presentes, les ha dicho que no dejen de pedir por las vocaciones, «es nuestra más urgente necesidad eclesial; cada uno, desde donde se encuentre en la vida de la Iglesia, colabore con su oración, su disponibilidad y su afecto a suscitar jóvenes vocaciones».

Por otra parte, la familia de D. Daniel, su mujer y sus tres hijas, han formado parte activa de esta celebración.

En la parte final de la Eucaristía, el propio diácono ha manifestado que el «gran regalo» que le ha hecho Dios estaba en los bancos y era su familia. También ha agradecido de manera especial a muchas personas que han estado a su lado en este tiempo de preparación al diaconado permanente.