Mons. Retana: «La solemnidad de la fiesta de la Inmaculada Concepción, es una señal luminosa en medio de la noche de nuestra existencia»

El Obispo de la Diócesis de Ciudad Rodrigo, Mons. José Luis Retana, ha presidido este domingo en la Catedral de Santa María, la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María que ha coincidido en este 2024, con el segundo Domingo de Adviento. 

«Nos viene bien el Adviento, nos hace falta este tiempo de espera, de vigilancia, de silencio interior y de fe profunda, porque vivimos en medio de tanta incertidumbre, de tantos desengaños, de tantas mentiras, de tanta perplejidad, de tanta desesperanza, que a veces parece que nuestra vida se estrecha, como estos días de invierno, grises, cada vez más cortos y que corren inexorablemente», ha comentado el prelado en las primeras líneas de su homilía.

Aunque dicho esto, en medio de este tiempo, «celebramos esta fiesta tan entrañable de la Virgen Inmaculada, que realmente llena de gracia y bendita entre todas las mujeres, en previsión del nacimiento y de la muerte salvadora del Hijo de Dios, desde el mismo primer instante de su Concepción fue preservada de toda culpa original, por singular privilegio de Dios. Todos nos sentimos felices y gozosos al contemplar este gran misterio de amor que Dios nos ha regalado».

D. José Luis también ha recordado que «María Inmaculada es la llena de gracia, porque acepta a Dios en plenitud. No se afirma a sí misma. Deja que Dios realice su obra en ella. La Inmaculada es obra de Dios y de su gracia. A través de ella nos llega la salvación en Cristo, porque la salvación del mundo no es obra humana (ni de la ciencia, de la técnica), sino que viene de la gracia».

Por otra parte, la Solemnidad de la fiesta de la Inmaculada Concepción, es «una señal luminosa en medio de la noche de nuestra existencia. Ya en el comienzo de la historia, en el Adviento de la humanidad, cuando nuestros primeros padres se enfrentaban al oscuro porvenir del sufrimiento y la hostilidad, consecuencia del pecado, el anuncio de la victoria de la Mujer sobre la serpiente infundió luz y esperanza a quienes lo habían perdido todo, incluso la dignidad de criaturas salidas de la mano de Dios y de ser amigos que paseaban juntos».

El Sr. Obispo concluyó apuntando que al celebrar hoy la Concepción Inmaculada de María, en este tiempo litúrgico de la espera del Señor, «pensamos en el Adviento particular de cada uno de nosotros: en los claroscuros de nuestra vida, en las zonas oscuras de nuestro corazón que se resisten a ser iluminadas por el Señor, en las alegrías y en las esperanzas, en los afanes y en los anhelos, en los fracasos y en las debilidades».
Por eso, «la fiesta de hoy nos exige y nos anima a ser más obedientes a la voluntad del Señor, más fieles a nuestra misión de cristianos y más dispuestos a conducirnos de acuerdo con nuestra dignidad de hijos de Dios./ María Inmaculada es promesa cumplida de que es posible vencer el mal, desterrar la corrupción, superar la incertidumbre, la tristeza y la falta de esperanza, y derrotar al pecado».

La Coral Dámaso Ledesma, dirigida por el organista Manuel José Gutiérrez, participó en la celebración.